¿Señor, que quieres que haga?

SEÑOR, ¿QUÉ QUIERES QUE HAGA?
Francisca fue creciendo y empezó a plantearse cuál era el sentido de su vida. La realidad de las mujeres obreras, especialmente niñas y jóvenes le inquietaba. Y le preocupaba, desde su fe en un Dios compasivo y de vida, qué es lo que podía hacer para hacer visible ese amor misericordioso.
Primero con sus compañeras de trabajo, en las largas jornadas laborales y en las caminatas para ir y volver desde Moncada a Valencia, empezó a nacer en ella un proyecto pequeño, ¿Por qué no nos agrupamos como compañeras y amigas en un piso y hacemos más fácil el descanso, la convivencia, el trabajo?
Y así fue. Compartieron un piso en Valencia. Pero esto no bastaba. Había algo más en su corazón.
Señor, ¿qué quieres que haga? Y se dirigió a las Adoratrices que atendían a mujeres de riesgo a causa de la violencia, la prostitución, el abandono.
Pero no era ese su sitio. Ciertas normas de la Institución le cerraron las puertas. Y siguió buscando con confianza y sin desfallecer.