La llaga del miedo

La llaga del miedo

septiembre 24, 2020 Congregación/FMF Iglesia 0

 

LA LLAGA DEL MIEDO.

No tengáis miedo…
 

Es normal tener miedo ante aquello que nos amenaza o creemos que nos amenaza. Nos amenaza el covid19, el desempleo, la crisis económica, la increencia, la política ejercida como practica de poder, la iglesia encerrada en sus valores inamovibles, la emigración descontrolada, la perdida de confort y libertad… Nos amenaza, en definitiva, la realidad impuesta.

Algunas de estas cosas son amenazas reales, que nos vienen dadas y a las que tenemos que hacer frente no con miedo, sino con lucidez y colaboración mutua. Otras amenazas, más sutiles, y probablemente más dañinas, no son tales. Les damos nosotros el poder de controlar nuestra vida, acostumbrándonos a vivir quejándonos, asumiendo el papel de victimas e incluso ni a tenerlas en cuenta. Cada cual sabe qué amenazas son las que se han “enseñoreado de su existencia”, debilitando su conciencia, su energía, su humanidad.

El miedo es una alarma. Y hay que escucharla. Pero nunca puede convertirse en una forma de vida. La pandemia ha desatado muchos de nuestros miedos que los revestimos ahora en forma de coronavirus, pero que tienen otras causas que nos cuesta aceptar: la comodidad, la increencia, la superficialidad, el dejarse llevar, el egocentrismo, la indiferencia, la ignorancia…

¿Cuántas razones nos damos y planteamos para no salir de la “normalidad” de siempre?. ¿Cuántos sueños alimentamos enajenados en fantasías que nos separan de la realidad?.

Tenemos en nuestra fe, un remedio infalible: Volver la mirada hacia el Dios que se hizo hombre y asumió todos nuestros miedos. Esto no es fantasía. La cruz que culmina en la Resurrección es una realidad. Y del Señor tenemos una palabra cierta: “No tengas miedo. Yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos”.

Madre Francisca también nos habla de ser audaces, confiadas en el Señor, en su Providencia siempre presente y sugerente. Todo lo que ocurre es una nueva oportunidad para hacer el bien, para vivir abiertas a nuevos modos de vida, a nuevos caminos más humanos, más libres, más de Dios.

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